LA
ONICOFAGIA:
Es un hábito nervioso caracterizado por la costumbre
persistente de morderse las uñas. La persona que tiene este trastorno
acostumbra a revisar sus uñas en busca de asperezas para igualarlas. El hábito
de morderse las uñas persiste debido a la cadena de respuestas, a la conciencia
limitada de su conducta, a la práctica excesiva y a la relativa tolerancia
social de estos comportamientos.
Este hábito, además de afectar a la estética de las uñas, de
los dedos o incluso de los dientes, puede tener consecuencias físicas de
interés clínico como dolor, heridas e infecciones de los dedos, puede generar
malestar emocional e incluso una disminución de actividades que le resultaban
agradables a la persona.
Suele aparecer después de los tres años de edad, y es a
partir de los seis años cuando aumenta notablemente su prevalencia. Se da
aproximadamente en uno de cada tres niños.
¿A qué se debe?
Hay varias teorías que intentan dar explicación del origen
de este hábito nervioso, entre ellas están:
·
Genéticas:
Los múltiples estudios con gemelos y con familias sugieren que hay factores
genéticos que están implicados en la transmisión de la vulnerabilidad a padecer
los trastornos. Hay diferencias en la probabilidad de desarrollar estos
trastornos en función del sexo (mayor predominio en niños), aunque no se sabe
si la herencia es poligénetica (varios genes implicados) o monogénetica (de un
solo gen) y además esta base genética no determina que quien la tenga,
desarrolle el trastorno.
·
Diferencias
Neuroanatómicas: se ha visto que estos trastornos están relacionados con
lesiones en los ganglios basales (movimiento y control motor), disfunciones o
problemas en su interacción con el córtex motor y premotor.
·
Actividad
neuroquímica: La dopamina es el neurotransmisor más vinculados a estos
trastornos. Se ha visto que las personas que padecen estos trastornos tienen
alterada la función dopaminérgica, ya sea por exceso o por hipersensibilidad de
los receptores de dicha sustancia.
·
Conductuales:
tantos las consecuencias sociales como las automáticas (refuerzo de la conducta
de tic independientemente de las consecuencias sociales) son las que mantienen
las conductas problemáticas. Los hábitos nerviosos pueden ser mantenidos por
las siguientes contingencias de reforzamiento: positivo (al recibir de forma
contingente al habito nervioso, atención, actitudes de simpatía, comprensión,
tolerancia, etc..) y negativo (al escapar de situaciones difíciles o
demandantes, o al notar un alivio temporal de una experiencia sensorial aversiva,
etc.)
·
Ambientales:
como los factores perinatales (el peso al nacer), acontecimientos vitales
estresantes (problemas familiares, exámenes escolares), influencias evolutivas
y sociales (fluctuaciones en la frecuencia e intensidad de los síntomas con el
paso del tiempo o ante determinadas personas, etc..) procesos infecciosos y
autoinmunes (infecciones de origen viral o estreptococo), exposición a
fármacos, etc.
¿Cuál es el
tratamiento más eficaz para el control de la onicofagia?
Azrin y Nunn, proponen el
procedimiento de inversión del hábito,
es el más utilizado en la clínica para estos hábitos y además su eficacia está
probada, este tratamiento oscila entre unas 4-6 sesiones, dependiendo de cada
persona por supuesto.
Consta de tres fases:
1.
Entrenamiento en conciencia y motivación para
el cambio: el objetivo será fomentar la conciencia del hábito nervioso y
motivar para el cambio, las técnicas que se utilizan son: Registrar la
frecuencia con la que muerde las uñas a partir de un autorregistro, detectar
las circunstancias relacionadas con el habito, detectar cada vez que se muerde
las uñas, y describir detalladamente cada una de las formas en que lo hace y
analizar los inconvenientes que ocasiona morderse las uñas.
2.
Aprendizaje y práctica de la respuesta
competitiva y otras conductas incompatibles: el objetivo será conocer qué
respuesta incompatible se puede realizar para extinguir el comportamiento de
morderse las uñas. Las más importantes son: la práctica de la respuesta
competitiva, practica de la relajación, autocuidado de las uñas seguido de una
respuesta competitiva y ensayos de control de la onicofagia.
3.
Apoyo social y exposición pública de la
mejoría: el objetivo será motivar a la persona para que siga realizando las
estrategias de afrontamiento que aprendió en las fases previas. Así mismo hay
que lograr que el niño se sienta parte activa en los procesos realizados, en la
búsqueda de apoyo social y en la exhibición de la mejoría ante otras personas
significativas.
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