La alimentación es una de las funciones corporales básicas que más evoluciona en los primeros años de vida del niño. Estos cambios afectan al tipo de alimentos que ingiere, su textura y la forma en la que se elaboran.
Suelen estar regulados
por el pediatra y adaptados a cada niño según su estado de salud, y cultura. El
niño debe aprender a comer nuevos alimentos y formas de elaborarlos, comer según
las normas y el ritmo de los adultos. Esta adquisición de los hábitos de alimentación
se produce poco a poco, siendo frecuente que se produzcan algunos problemas en
general leves, pero que pueden llegar a ser graves si no se atienden
adecuadamente.
¿Cuáles pueden ser los problemas de comportamiento
alimentario en la infancia y en la adolescencia?
- De excesiva velocidad al comer, que puede finalizar en vómitos.
- Excesiva lentitud, que puede conducir a la formación de bolos de comida.
- Negación a comer determinados alimentos, a cambios en la textura o en la forma de elaborarlos.
- Y los relativos a la cantidad ingerida (obesidad, anorexia y bulimia).
Nosotros hoy, nos vamos a
dirigir a los problemas relativos a la negación a comer determinados alimentos.
Antes de empezar, se debe
consultar con su pediatra y deberían hacerle pruebas médicas que descartaran algún
tipo de enfermedad gastrointestinal o alguna enfermedad medica asociada como
puede ser el reflujo esofágico. Una vez que se han descartado los problemas
físicos podemos decir que estamos ante un problema psicológico que con mucha
paciencia y control podemos resolver.
Como hemos dicho
anteriormente, las preferencias y rechazos suelen ir evolucionando con los
años. El problema se presenta cuando, aun teniendo edad para comer todo tipo de
alimentos, se niegan a hacerlo por varias circunstancias, por ejemplo, a que no
le guste el alimento o la forma en la que se prepara (cocido, frito...) porque quiere
comer en determinados sitios (en el comedor del colegio) o porque no come si no
es con la televisión o mientras está jugando.
En algunos casos el
rechazo a un alimento se puede sustituir por otro (manzana por una pera), pero
el problema se agrava cuando esto no es posible (la verdura no puede sustituir
a la carne).
Muchos de estos rechazos
selectivos son aprendidos por modelado,
es decir, lo ven en un amigo, un padre, un familiar cercano... en otros casos
pueden ser por experiencias negativas (clavarse
una espina con el pescado) vividas en primera persona o de forma vicaria (vistas en otra persona u oídas).
Los rechazos por comer
sólido se mantienen con las
conductas de los padres por la costumbre de triturarles todo para conseguir que
coma más cantidad y más rápido, provocando que sea un comportamiento difícil de
erradicar.
Tras un periodo de
enfermedad es normal que el niño muestre un periodo más o menos largo de disminución
de apetito. Si se le obliga a comer en estas circunstancias, es probable que el
niño aprenda que comer es una actividad desagradable, y posteriormente, tendrá
reacciones de evitación de la comida.
Cuando el niño sólo come
si juega, si ve la tele… y los padres le dejan jugar y ver la televisión para
poder comer, estamos ante un aprendizaje operante: la conducta de comer queda
reforzada por la atención que recibe de los padres, o por la diversión que le
produce el juego o la televisión.
¿Qué puedes hacer?
La intervención se
dirigirá a conseguir que paulatinamente el niño acepte los alimentos o formas
en las que se preparan que rechaza, para esto:
- Tenemos que estudiar las pautas de alimentación, es decir las situaciones en las que se da, si hay ganancias secundarias y diseñar un programa de reforzamiento diferencial, en la que los padres aprenden a reforzar las aproximaciones a la conducta deseada y la extinción (retirada de la atención) de la conducta de rechazo.
- Tras cada aproximación a la conducta deseada debe premiarse al niño, además de con refuerzo social (elogios, halagos), con algún otro refuerzo que sea de su agrado (éste se pacta previamente con el niño).
- Si el rechazo es al sabor, una estrategia es la de mezclarlo con un alimento que sea de su agrado, aumentando de forma gradual la cantidad del alimento rechazado.
- También podemos utilizar el principio de premark: que es que después de comer el alimento rechazado se le dé el alimento favorito (esto solo debe hacerse si se come el rechazado). En este caso también habrá de aumentar el alimento rechazado de forma gradual (al principio poca cantidad hasta que consigamos la cantidad adecuada).
- El reforzamiento de las conductas adecuadas junto a la extinción de las inadecuadas es la alternativa terapéutica de primera elección en los problemas de rechazo de alimentos.
- Los padres reciben instrucciones detalladas por escrito, las cuales son:
o Buscar una comida del día en la que la madre/ padre
puedan dedicarle todo el tiempo.
o Combinar el alimento con otros alimentos que
enmascaren su sabor. Progresivamente debe irse aumentando el sabor del alimento
rechazado.
o Un procedimiento alternativo es hacer que por cada
pequeña cantidad del alimento previamente rechazado darle a continuación y de forma inmediata una
pequeña cantidad de un alimento que le guste mucho.
o Debe reforzarse de forma sistemática cualquier intento
mediante elogios, caricias o aquello que los padres conozcan y sepan que le
guste mucho al niño.
o Cualquier negativa a comer, tanto verbal, como
gestual, debe acompañarse de la retirada de atención.
o Debe consultarse con el pediatra si existe algún problema
porque el niño no coma todo lo que debería en una comida. Si no hay problema
pasado un tiempo prudencial (el que suele emplear para comer un niño de su edad
o el que suele tardar para comer otros alimentos de consistencia similar) se retira
la comida y no se le vuelve a dar hasta la siguiente comida.
o Progresivamente y con el mismo sistema se va haciendo
lo mismo en otros momentos del día, dejando para el final aquellas comidas en
las que se dispone poco tiempo.
Esperamos que te haya
gustado y sobre todo que te haya servido de ayuda.
¡Gracias por leernos!
Un abrazo gigante,
Psyco Spirity.
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