lunes, 1 de mayo de 2017

Cuando nuestros dolores son PSICOLÓGICOS. EL TRASTORNO POR DOLOR. Definición, Epidemiología, curso, y tratamiento.


Antes que nada deciros, que este trastorno, pasa a ser una mera especificación del Trastorno de Síntomas Somáticos en el nuevo manual DSM-5.
Es cierto, que el trastorno se presuponía como el más prevalente de todos los trastornos somatomorfos del DSM-IV-TR, pero no menos cierto era que su prevalencia era más bien desconocida por la escasa consulta de estos temas en unidades de salud mental.
En cualquier caso, la sintomatología esencial es la presencia de dolor en una o más partes del cuerpo, que constituye el aspecto central de la sintomatología clínica y que alcanza un nivel de gravedad suficiente como para justificar la atención clínica. 
El dolor está relacionado con el estrés ambiental, aparentemente relacionado con un conflicto psicológico, que permite evitar alguna actividad desagradable y facilita obtener un apoyo emocional y una atención determinada.
Beecher, llegó a indicar que la intensidad del sufrimiento está determinada por lo que el dolor significa para el paciente, y que "la extensión de la herida sólo tiene una ligera relación con la experiencia de dolor", describiendo el dolor como una experiencia bidimensional compuesta por un estímulo sensorial y un componente emocional.
Melzack, enumeró variables individuales, que influyen en la experiencia de dolor tales como:


  • la ansiedad
  • la depresión
  • la sugestión
  • El condicionamiento anterior
  • la atención
  • la evaluación
  • y el aprendizaje cultural.
El DSM-IV-TR establece los siguientes subtipos sobre la base de los factores presentes en la etiología y persistencia del dolor:
  • Trastorno por dolor asociado a factores psicológicos: se considera que los factores psicológicos son de gran importancia en el inicio, la gravedad, la exacerbación y la persistencia del dolor. Los trastornos físicos tienen escaso o nulo papel en el inicio o en el mantenimiento del dolor.
  • Trastorno por dolor asociado a factores psicológicos y a enfermedad médica: Este subtipo actuarían tanto factores psicológicos como enfermedades médicas sobre todo en el inicio, gravedad, exacerbación o persistencia del dolor. La localización anatómica del dolor o de la enfermedad asociada, se cofificaría en el EJE III.
  • Trastorno por dolor asociado a enfermedad médica: este subtipo no se considera un trastorno mental y se va a codificar en el EJE III.
Para indicar la duración del trastorno, se utilizarán las siguientes especificaciones:
  • Agudo: inferior a 6 meses.
  • Crónico: igual o superior a 6 meses.
CURSO:
Los factores considerados influyentes en la recuperación del trastorno por dolor son:

  • el conocimiento del dolor por parte del individuo, 
  • la renuncia a esfuerzos improductivos para controlar el dolor, 
  • participación de actividades regularmente programadas a pesar del dolor, 
  • grado de reducción del dolor, 
  • reconocimiento y tratamiento de los trastornos mentales comórbidos, 
  • adaptación psicológica a la enfermedad crónica y no permitir que el dolor sea el factor determinante en el estilo de vida. 
Los individuos con un elevado número de áreas corporales dolorosas y mucha sintomatología médica presentan PEOR pronóstico.

El dolor, por lo general, aparece repentinamente y aumenta en intensidad al cabo de pocas semanas o meses. En la mayoría de los casos, el individuo acude a los centros de salud mental cuando ya han transcurrido varios años desde el inicio de los síntomas.

EPIDEMIOLOGÍA:
La prevalencia de este trastorno no está del todo clara. El trastorno por dolor asociado a la vez a factores psicológicos y a una enfermedad médica parece ser relativamente frecuente en ciertos centros, especialmente en los que el dolor constituye un problema significativo. El trastorno por dolor asociado a factores psicológicos parece ser mucho menos frecuente.

Como señalaron Hildgard y Hildgard, el trastorno por dolor es el más prevalente de los trastornos somatoformes en el contexto clínico. Los dolores más frecuentes son el pélvico, el facial, el abdominal, las cefaleas y el dolor precordial.
El trastorno puede aparecer a cualquier edad. Existen algunos factores asociados como:

  • Un trauma fisico reciente
  • Haber empezado a trabajar a una edad inusualmente temprana realizando trabajos físicos duros.
  • Individuos adictos al trabajo.
  • Características alexitímicas.
  • Ser mujer, especialmente en casos, de migraña, cefaleas tensionales, dolor musculoesquelético.
El dolor ocasiona problemas laborales, sociales y familiares e incluso económicos, debido a los intentos realizados por el sujeto para remediar su afección, que incluso puede acarrearle más dolor.
Se puede generar un círculo vicioso de dolor (inactividad y aislamiento social), depresión y otros problemas psicológicos (reducción de la resistencia física, cansancio, dolor adicional)
Tambien pueden aparecer un abuso y dependencia a analgésicos opiáceos o benzodiacepinas. Si el dolor esta asociado a una enfermedad terminal o depresión grave se incrementa el riesgo autolítico.

TRATAMIENTO:


Burke, enfatiza la necesidad de un tratamiento que devuelva la responsabilidad personal al paciente. 
Este autor señala la no conveniencia de realizar terapias pasivas con este tipo de pacientes tales como masajes, terapias físicas, fármacos.
Chapman-Smith, habla de lógica apremiante con respecto a la necesidad de que estos pacientes entiendan a fondo sus problemas y aprendan a asumir responsabilidad y control de su condición.

Como forma de tratamiento se han utilizado mediadas dirigidas a tolerar y anular efectos incapacitantes, tales como el Biofeedback, relajación, control de ansiedad, terapia cognitiva, hipnosis. 
El terapeuta al enfrentarse al paciente con dolor ha de:

  • Decidir si el dolor es agudo o crónico y averiguar si el paciente ha consultado con algún médico.
  • Encontrar la metáfora espontánea del paciente relacionada con el dolor.
  • Comenzar con la metáfora, sugiriendo que la tansforme en otras relacionadas con ella pero más benignas y beneficiosas.
  • invitar al paciente a que permita a la metáfora más positiva radicarse en la parte del cuerpo que sufría el dolor.
  • Relacionar la metáfora positiva con el alivio del dolor y, finalmente, con la desaparición, al menos casi total, del dolor, siempre que haya seguridad de que el problema ha sido consultado con un médico.

5 Consejos para hacer frente al dolor crónico:

El estrés emocional y físico están estrechamente vinculados, y el dolor persistente puede provocar mayores niveles de estrés. Aprender a lidiar con su estrés de forma saludable puede ayudarle a enfrentar el dolor crónico con mayor efectividad. Comer bien, dormir las horas suficientes y participar en actividades físicas aprobadas son formas positivas para controlar el estrés y el dolor.

El pensamiento positivo es una herramienta poderosa. Al concentrarse en los logros que ha podido alcanzar (por ejemplo, hoy tiene menos dolor que ayer, o se siente mucho mejor que hace una semana) puede marcar una diferencia en la percepción de su nivel de comodidad. Por ejemplo, en vez de considerarse impotente y pensar que ya no puede manejar el dolor, recuérdese a sí mismo que se siente incómodo, pero que se está esforzando por hallar una forma saludable de lidiar con ese dolor, y llevar adelante una vida productiva y plena.

Alejar el dolor de la mente participando en actividades agradables le ayudará a resaltar los aspectos positivos de su vida. Aislarse de los demás fomenta una actitud negativa, y pudiera incrementar su percepción del dolor. Considere la búsqueda de un pasatiempo o afición que le haga sentirse bien y le ayude a conectarse con familiares, amigos u otras personas por medio de los grupos comunitarios locales o la Internet.
Lidiar diariamente con su dolor puede ser extremadamente difícil, en especial si lo hace por su cuenta. Póngase en contacto con otras personas en su misma posición que puedan comprender sus altas y sus bajas. Busque en la lnternet o en su comunidad grupos de apoyo que pueden reducir su carga ayudándole a comprender que no está solo en su sufrimiento.


Si sigue sintiéndose abrumado por el dolor crónico a niveles que le impiden llevar a cabo su rutina cotidiana, probablemente quiera hablar con un profesional de la salud mental, como por ejemplo, un psicólogo, quien le ayudará a manejar las repercusiones psicológicas de su trastorno.



Anaís Martínez Jimeno.

Manual Volumen II Psicología Clínica, 4º edición. CEDE
Asociación Psiquiatría Americana (APA)




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