sábado, 21 de enero de 2017

El método Kiva, contra el acoso escolar.


El método KiVa –un acrónimo de las palabras finlandesas Kiusaamista Vastaan (que significan 'contra el acoso escolar')– es un proyecto finlandés elaborado por investigadores de la Universidad de Turku, expertos en las relaciones infantiles, cuyo objetivo es acabar con el bullying o acoso escolar entre los estudiantes, y que ha demostrado sobradamente su eficacia, hasta el punto de que el programa ya se ha exportado a otros países como Francia, Reino Unido, Italia, Suecia, Bélgica, o Estados Unidos, donde en su primer año de andadura ha logrado reducir el acoso escolar entre un 30% y un 50%.
En Finlandia, el método KiVa está ya implantado en el 90% de los colegios, y se ha convertido en uno de los criterios en los que se basan tanto alumnos como profesores a la hora de escoger el centro escolar en el que desean estudiar o trabajar. Y no es de extrañar si se tiene en cuenta que este programa no solo disminuye drásticamente los casos de bullying, sino que también mejora la convivencia entre los estudiantes y su bienestar emocional, reduciendo los trastornos depresivos o de ansiedad,  y aumenta su motivación por estudiar.


¿Cómo empezó el Método KiVa?

La primera fase fue la etapa de experimentación, en la cual el método KiVa se creó como una propuesta del propio gobierno finlandés con la comunidad educativa, y se empezó a aplicar en las escuelas de manera aleatoria.
Unos años más tarde se realizó un gran estudio para corroborar si el método KiVa estaba surtiendo efecto. En él participaron 234 centros de Finlandia y un total de 30.000 estudiantes con edades comprendidas entre siete y quince años. Se corroboró el éxito en dicho método, ya que los casos de acoso escolar habían disminuido en el 79% de las escuelas en las que se había instaurado.

En qué consiste el método Kiva

El objetivo del método Kiva es que los alumnos ni apoyen al acosador ni silencien el acoso, sino que demuestren su apoyo a la víctima y comuniquen el acoso a los profesores. El programa Kiva busca romper el silencio, por miedo, inseguridad, por no saber qué hacer, por no ser conscientes del daño provocado o por una errónea concepción de que el alumno que acosa es, en términos coloquiales, el ‘guay’, que muchas veces oculta el bullyng. Un silencio que aísla y deja sola a la víctima, cuando debería ser todo lo contrario. De hecho, tal y como señalan los expertos, el acoso se puede definir como un fenómeno de grupo. De ahí la importancia, y donde radica el éxito de este método, en actuar con los testigos, para evitar con su actitud reforzar al acosador. El método Kiva aporta a los estudiantes herramientas para saber detectar el bullyng y, sobre todo, saber cómo actuar.
El método Kiva consta en lecciones y diferentes trabajos sobre el respeto a los demás, la empatía, las relaciones humanas, la comunicación, las emociones, a realizar a lo largo del curso, adaptados al grado de estudio, y dirigidos a que los alumnos comprendan lo importante que es asumir su responsabilidad para evitar y detener el acoso escolar. En concreto, el programa Kiva consta de 20 clases en tres etapas de la vida escolar, a los 7, a los 10 y a los 13 años  en las que se les enseña a reconocer las distintas formas de acoso y cómo mejorar la convivencia. A lo largo del curso académico los estudiantes desarrollan trabajos sobre la empatía y el respeto a los demás, y a esto se añaden manuales para los profesores, videojuegos, y charlas con los padres. Además, existe un buzón virtual en el que las víctimas o los posibles testigos pueden denunciar el acoso de manera anónima, y se establece un equipo de vigilancia formado por tres adultos que investigan cada posible caso –incluido el ciberbullying–, y determinan si es algo puntual o sistemático, y si es necesario apoyan a la víctima y hablan con el acosador para que cambie su conducta.
El objetivo del trabajo a nivel de clase es educar a los alumnos sobre su papel a la hora de detener el acoso. Así, en lugar de aprobar de manera silenciosa o alentar al acosador, los niños comienzan a apoyar al alumno acosado, un gesto con el que transmiten el mensaje de desaprobación del acto. El sentido compartido de responsabilidad ayuda a cambiar las normas de grupo y a no aceptar el acoso escolar.
Otro de los posibles grandes beneficios de este proyecto, que solo se podrá confirmar a largo plazo, es el cambio positivo a nivel social que supone el hecho de que los niños tengan empatía y muestren respeto hacia sus semejantes, porque serán los adultos del mañana, y sus buenos sentimientos repercutirán sin duda en crear una sociedad más justa y solidaria.

Un cambio de perspectiva que conduce al éxito

Dejar de lado el primer pensamiento instintivo de actuar para educar a la víctima y agresor de bullying, y centrarse en los espectadores de las situaciones de acoso, puede considerarse una perspectiva de lo más innovadora, y culturalmente tiene unos beneficios que nos acompañaran durante toda nuestra vida.
Si en vez de ser seres pasivos que queremos pasar desapercibidos ante actos de violencia y acoso, ya que no va con nosotros la cosa, somos educados desde la etapa escolar a implicarnos en este tipo de contextos, considerando que el rol de testigo en situaciones violentas es un papel realmente importante que implica mucho más que estar ahí simplemente, sino que debemos actuar para el bienestar de todos, nos hará mejores personas y viviremos mucho más pacíficamente en sociedad.


Juana María Córcoles.

Colaboradora de Psycospirity.

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