El método KiVa –un
acrónimo de las palabras finlandesas Kiusaamista
Vastaan (que
significan 'contra el acoso escolar')– es un proyecto finlandés elaborado por
investigadores de la Universidad
de Turku, expertos en las relaciones infantiles, cuyo objetivo es acabar con el bullying o acoso escolar entre los estudiantes, y que ha demostrado
sobradamente su eficacia, hasta el punto de que el programa ya se ha exportado
a otros países como Francia, Reino Unido, Italia, Suecia, Bélgica, o Estados
Unidos, donde en su primer año de andadura ha logrado reducir el acoso escolar
entre un 30% y un 50%.
En Finlandia, el método KiVa está ya implantado en el 90% de los colegios, y se ha convertido en uno de los criterios en los que se basan tanto
alumnos como profesores a la hora de escoger el centro escolar en el que desean estudiar o trabajar. Y no es de extrañar si se tiene en
cuenta que este programa no solo disminuye drásticamente los casos de bullying, sino que también mejora la convivencia entre los estudiantes y su bienestar emocional, reduciendo
los trastornos depresivos o de ansiedad, y aumenta su motivación por estudiar.
¿Cómo empezó el Método KiVa?
La primera fase fue la etapa de experimentación, en la cual
el método KiVa se creó como una propuesta del propio gobierno finlandés
con la comunidad educativa, y se empezó a aplicar en las escuelas de
manera aleatoria.
Unos años más tarde se realizó un gran estudio para corroborar si
el método KiVa estaba surtiendo efecto. En él participaron 234 centros de
Finlandia y un total de 30.000 estudiantes con edades comprendidas entre
siete y quince años. Se corroboró el éxito en dicho método, ya que los
casos de acoso escolar habían disminuido en el 79% de las escuelas en las que
se había instaurado.
En qué consiste el método Kiva
El objetivo
del método Kiva es que los alumnos ni apoyen al acosador ni silencien el
acoso, sino que demuestren su apoyo a la víctima y comuniquen el acoso a
los profesores. El programa Kiva busca romper el silencio, por miedo,
inseguridad, por no saber qué hacer, por no ser conscientes del daño provocado
o por una errónea concepción de que el alumno que acosa es, en términos
coloquiales, el ‘guay’, que muchas veces oculta el bullyng. Un silencio que
aísla y deja sola a la víctima, cuando debería ser todo lo contrario. De hecho,
tal y como señalan los expertos, el acoso se puede definir como un fenómeno de grupo. De ahí la importancia, y donde
radica el éxito de este método, en actuar con los testigos, para evitar con su actitud reforzar al
acosador. El método Kiva aporta a los estudiantes herramientas para saber
detectar el bullyng y, sobre todo, saber cómo actuar.
El método
Kiva consta en lecciones y diferentes trabajos sobre
el respeto a los demás, la empatía, las relaciones humanas, la comunicación,
las emociones, a realizar a lo largo del curso, adaptados al grado de estudio,
y dirigidos a que los alumnos comprendan lo importante que es asumir su responsabilidad para
evitar y detener el acoso escolar. En concreto, el programa Kiva consta de 20
clases en tres etapas de la vida escolar, a los 7, a los 10 y a los 13 años en
las que se les enseña a reconocer las distintas formas de acoso y cómo mejorar
la convivencia. A lo largo del curso académico los estudiantes desarrollan
trabajos sobre la empatía y el respeto a los demás, y a esto se añaden manuales para los profesores,
videojuegos, y charlas con los padres. Además, existe un buzón virtual en
el que las víctimas o los posibles testigos pueden denunciar el acoso de manera
anónima, y se establece un equipo de vigilancia formado por tres adultos que
investigan cada posible caso –incluido el ciberbullying–, y determinan si es algo puntual o
sistemático, y si es necesario apoyan a la víctima y hablan con el acosador
para que cambie su conducta.
El objetivo
del trabajo a nivel de clase es educar a los alumnos sobre su papel a la hora
de detener el
acoso. Así, en lugar de aprobar de manera silenciosa o alentar
al acosador, los niños comienzan a apoyar al alumno acosado, un gesto con el
que transmiten el mensaje de desaprobación del acto. El sentido compartido de
responsabilidad ayuda a cambiar las normas de grupo y a no aceptar el acoso
escolar.
Otro de los posibles grandes beneficios de este proyecto, que solo se
podrá confirmar a largo plazo, es el cambio positivo a nivel social que supone
el hecho de que los niños tengan empatía y muestren respeto hacia sus
semejantes, porque serán los adultos del mañana, y sus buenos sentimientos
repercutirán sin duda en crear una sociedad más justa y solidaria.
Un cambio de perspectiva que conduce al éxito
Dejar de lado el primer pensamiento instintivo de actuar para
educar a la víctima y agresor de bullying, y centrarse en los espectadores
de las situaciones de acoso, puede considerarse una perspectiva de lo más
innovadora, y culturalmente tiene unos beneficios que nos acompañaran durante
toda nuestra vida.
Si en vez de ser seres pasivos que queremos pasar desapercibidos
ante actos de violencia y acoso, ya que no va con nosotros la cosa, somos
educados desde la etapa escolar a implicarnos en este tipo de contextos,
considerando que el rol de testigo en situaciones violentas es un papel
realmente importante que implica mucho más que estar ahí simplemente, sino que
debemos actuar para el bienestar de todos, nos hará mejores personas y
viviremos mucho más pacíficamente en sociedad.
Juana María
Córcoles.
Colaboradora
de Psycospirity.
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