jueves, 23 de febrero de 2017

Madres tóxicas

La madre tóxica es una mujer que ha llegado a la maternidad por caminos poco deseables, por convencionalismos, porque así estaba diseñado su guion de vida, porque eso es lo que de ellas se esperaba. Renegar de la maternidad o simplemente ejercer el derecho a no serlo, no era, ni es, algo aprobado por la sociedad. Aquellas mujeres que han decidido libre y abiertamente no ser madres han sido miradas con recelo y suspicacia por la mayoría de su entorno. Siempre. Incluso ahora. Hablamos de una minoría valiente y coherente que decidió por sí misma cual era su voluntad y su camino. Muchas otras sin embargo, aceptaron gestar, parir y criar como algo inevitable. No es tan extraño entender, que algunas de aquellas hijas, no solo no fueran amadas incondicionalmente, sino percibidas como una molestia, un obstáculo, una rival e incluso una proyección de aquello que ellas hubieran querido ser.

Muchas madres no se comportan de forma tóxica a propósito. En ocasiones las causas de ese comportamiento se hallan en la infancia que ellas mismas tuvieron. Cuando profundizamos un poco en su historia, encontramos que durante su niñez fueron controladas en exceso por sus progenitores o que estos las humillaban, maltrataban o se mostraban distantes emocionalmente.
Como tenemos la tendencia a imitar el estilo educativo con el que crecimos, la historia se repite otra vez, pero en esta ocasión la víctima se convierte en verdugo. Se trata de un ciclo en el que la madre pone en práctica las formas de educar y amar que le inculcaron en su niñez, porque son las únicas que conoce.
En otros casos, las conductas de las madres tóxicas se deben simplemente a determinados rasgos de su personalidad
Se trata en la mayoría de los casos de mujeres muy narcisistas o infantilizadas, que nunca asumieron el papel de madre y que siguen filtrando el mundo a través de su necesidad y su deseo.

Hay diferentes formas de madres tóxicas, pero todas incluyen la culpa, la manipulación, la crítica cruel, la humillación, la falta de empatía, el egocentrismo puro. Son madres que hacen saber a sus hijas que no están a la altura de lo que se espera de ellas, envidian sus éxitos, recelan su necesidad de independencia, rivalizan con ellas en un patológico escenario vital donde la víctima ni siquiera sabe que lo es.
 Algunas de las características de estas mujeres son:

1. Personalidad insegura

En ocasiones, en una madre tóxica suele esconderse una clara falta de autoestima y autosuficiencia que les obliga a ver en sus hijos “esa tabla de salvación” a la cual modelar y controlar para tener siempre a su lado, para que cubran sus carencias.
El ver por ejemplo que sus hijos empiezan a ser autónomos, que ya no las necesitan tanto y que poco a poco son capaces de hacer su vida, supone para ellas una gran ansiedad, puesto que temen ante todo quedarse solas. De ahí que sean capaces de desplegar “hábiles artimañas”, para seguir teniéndoles cerca e incluso justificarles que debe ser así, y un modo de hacerlo es proyectando en los niños desde el inicio su misma falta de autoestima, y su misma inseguridad.

2. Obsesión por el control

La necesidad que tienen las madres tóxicas por tener controlado cada aspecto de sus vidas, hace que acaben haciendo lo mismo en la vida de sus hijos. No son capaces de ver los límites. Para ellas, control es sinónimo de seguridad, de algo inmanente que no cambia, y lo que no cambia es bueno porque les hace sentir bien.
Lo complicado de esta dimensión es que las madres tóxicas suelen ejercer el control pensando que con ello, hacen el bien y que así demuestran amor por los demás. “Yo te hago la vida fácil controlando tus cosas para que seas feliz”, “Yo solo quiero lo mejor para ti, y por ello evito que puedas equivocarte”…
Impedimos con ello que los niños sean autónomos, capaces y valientes. Y aún más, que aprendan de sus errores.

3. La proyección de los deseos incumplidos

“Quiero que consigas lo que yo no tuve”, “No quiero que caigas en mis mismos errores”, “Quiero que llegues a ser aquello que yo no puede conseguir”.
En ocasiones las madres tóxicas proyectan en sus hijos los deseos incumplidos de su propio pasado, sin preguntar si quiera qué es lo que ellos desean, sin darles opción a elegir, pensando que con ello, les demuestran un amor incondicional, cuando en realidad, es un falso amor.


Los 5 tipos de madres tóxicas más peligrosas

1. Desdeñosa. Se trata de madres que optan por ignorar los logros de sus hijos. Si estos hacen algo por hacerla sentir orgullosa, simplemente hacen caso omiso del esfuerzo, intentan minimizarlo o lo dan por descontado. Por ejemplo, si el hijo llega con un regalo, en vez de agradecérselo, se limitan a decirle que era su deber.
Como resultado, las personas que han tenido una madre así se convierten en adultos que dudan de sus necesidades emocionales, se sienten indignos de atención y tienen una profunda necesidad de ser amados y validados.
2. Controladora. Estas madres se niegan a reconocer que sus hijos son una persona independiente, con una personalidad propia y capacidad para tomar decisiones. Básicamente, el hijo se convierte en una extensión de ellas mismas, y debe estar dispuesto a hacer todo lo que ella desee. Estas madres pretenden controlar cada aspecto de la vida de sus hijos.
El resultado de ese control excesivo suele ser una persona terriblemente insegura, que vive con una sensación de impotencia perenne, debido a que le inculcaron que no sabría hacer nada sin la aprobación de los demás.
3. Inaccesible. Las madres distantes emocionalmente están presentes físicamente y le proporcionan a su hijo los cuidados que necesita pero no le brindan afecto. Se trata de madres inaccesibles, desconectadas emocionalmente, que no responden con empatía a las emociones de sus hijos bridándoles la confianza y la seguridad que necesitan para crecer.
Estos comportamientos generan malestar y confusión.Por eso, estas personas pueden tener problemas para lidiar con el fracaso y las decepciones, así como sentirse culpables por ser felices y agobiarse con responsabilidades para compensar la ausencia emocional.
4. Envidiosa. Se trata de madres que denigran activamente a sus hijos y son hipercríticas ya que sienten celos de los logros de estos. El problema es que ven a sus hijos como rivales, por lo que les declaran la guerra, de forma abierta o encubierta. Generalmente recurren a armas como la culpa y la vergüenza. En vez de reforzar la confianza del niño e inspirar su potencial, piensan que es injusto que tengan éxito cuando ellas no lo han tenido. Como resultado, intentan aplastar sus victorias, haciéndoles sentir mal o culpándoles por su propio fracaso.
  Las personas que han crecido con una madre así suelen tener una autoestima muy baja y a menudo se sienten culpables, incluso por cosas que no dependen de ellos. También suelen sentir que son indignos de cualquier logro, por lo que intentarán quitarse méritos.
5. Narcisista. Se trata de madres que están muy preocupadas por las apariencias y las opiniones de los demás, que mantienen una conexión superficial con sus hijos porque están demasiado centradas en sí mismas. Vistas desde fuera, pueden parecer madres modelos, pero lo cierto es que sus hijos se convierten en una auténtica Cenicienta.
Este tipo de comportamientos es muy desconcertante ya que los niños esperan que sus madres les brinden apoyo pero, en vez de eso, se encuentran subordinados a su ego, sometidos a una gran presión.. Estas personas, al llegar a la adultez, terminan viviendo con miedo a que sus palabras o actos puedan ofender a otros y a menudo establecen estándares demasiado altos para sí mismos, que generan una tensión innecesaria en sus vidas.
El hecho de que una madre tenga comportamientos tóxicos no significa que no ame a sus hijos, sino que no sabe cómo relacionarse de una forma asertiva y empática con ellos. Por eso, es importante que aprendas a lidiar con este problema. ¿Cómo hacerlo?
- Rompe el ciclo de la toxicidad. Cuando te percates de que tu madre muestra comportamientos tóxicos, ponle freno. Hazle saber que eres lo suficientemente mayor como para tomar tus propias decisiones, que ella puede opinar pero no decidir por ti ni anteponer continuamente sus necesidades a las tuyas.
- Establece límites claros. Establece cierta distancia, que puede ser económica, emocional o comunicacional. La idea es que delimites un territorio propio en el que solo tú tengas acceso. De esta manera estarás bloqueando el exceso de control y la manipulación, le demostrarás que necesitas y estás dispuesto a alcanzar tu independencia y privacidad, porque no eres una mera extensión de ella.
MªCarmen Martínez 

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